El juicio de
Dios padre
por Mamerto Menapace,
publicado en La sal de la tierra, Editorial
Patria Grande.
Felices los misericordiosos
Porque ellos alcanzarán misericordia.
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Cuenta la leyenda
finlandesa que hace mucho, mucho tiempo,
vivía en la tierra una señora
muy devota que rezaba rosarios y hacía
novenas. Era muy devota de los santos y
entre ellos tenía preferencia, y
a los que más quería les prendía
más velas. Lo que nunca hacía
era tener compasión de nadie, y despreciaba
a sus sirvienta. Nunca dio un pedazo de
pan a un pobre y jamás perdonó
una ofensa. Y le parecía que tener
misericordia, no era un mandamiento digno
de ella.
Al fin de muchos
años le llegó su turno: se
murió de vieja. Al llegar al cielo,
San Pedro le revisó el legajo y le
cerró la puerta. Indignada y furibunda
le armó un escándalo; pero
San Pedro no quiso atender a sus protestas.
No encontraba entre sus datos ningún
motivo para abrirle la tranquera. Se la
llevaron nomás los diablos, y a su
llegada le organizaron una "fiesta".
Con todo, sus
santos protectores fueron ante el Padre
Eterno a quejarse y pedir que interviniera.
Y el Padre Eterno, que quiere que reine
la paz en su cielo, accedió a revisar
las cuentas. Llamó al ángel
más fornido y señalándole
allá abajo a la señora, mandó
que fuera y la trajera.
Y allá
fue don Angel de un zumbido, cayendo entre
los diablos como chimango en pichonera.
La tomó a la Doña ente sus
brazos y dispuso a retomar de vuelta. Al
verlo el diablo que estaba más cercano
de ella, se dio cuenta de que se la llevaban
para el cielo, y quiso aprovechar para huir
de los infiernos y de un salto se aferró
a sus piernas que ya estaban en el aire.
Otro diablo, al verlo remontarse, repitió
la treta, y se agarró a los pies
de su colega. Y así uno tras otro
se fueron agarrando, formando una cadena.
Y al irse remontado el ángel, iba
sacando a todos los diablos de infierno
como quien desenrolla una madeja.
La señora
del cuento entonces miró a sus pies,
y al ver que los diablos se salvaban con
ella, le entró una tremenda indignación
y comenzó a gritar:
-¡Qué
horror, de ninguna manera!
Y comenzó
a dar taconazos y patadas, para librarse
de toda esa caterva. A cada patada se soltaba
un diablo, y con él se rompía
la cadena, que volvía dando tumbos
al infierno, levantando una tremenda polvareda.
Desesperado el primer diablo se aferraba
con las dos manos y los dientes, de sus
piernas, para un certero taconazo lo tumbó,
justo mismo al llegar a la tranquera.
Y así
llegó la señora a presentarse,
ante Dios Padre, y jadeante y satisfecha.
Satisfecha de haber preservado el orden
de las cosas: los santos en la gloria, los
demonios en la hoguera.
Pero Dios Padre
la miró a los ojos, y tomándola
por los hombros indignado la arrojó
nuevamente a las tinieblas. Y luego, dirigiéndose
a sus santos, pronunció sentencia
eterna:
Un juicio sin
misericordia
para quien misericordia no tuviera.
El que tenga los oídos para oír,
que escuche, por favor, y que comprenda.
Guía
de Trabajo Pastoral por
Marcelo A. Murúa
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Cuento
El
juicio de Dios padre, de Mamerto
Menapace.
Publicado en el libro La sal
de la tierra, Editorial Patria
Grande.
Lectura
Realizar
la lectura del cuento en grupo.
Es importante que todos los
presentes tengan una copia del
texto. Se pueden ir turnando
dos o tres personas para leer
el cuento en voz alta.
Rumiando el relato
Al
terminar la lectura entre todo
el grupo se reconstruye el relato
en forma oral (se lo vuelve
a contar).
- ¿Cómo
caracteriza el cuento a la
señora muy devota?
¿Qué hacía
cómo vivía?
¿Cómo trataba
a los demás?
- ¿Qué
sucedió a su muerte?
¿Adónde fue a
parar?
- ¿Quiénes
intervinieron por ella y ante
quien??
- ¿Qué
ordenó entonces Dios
Padre? ¿A quién
envió y con qué
misión?
- ¿Qué
sucedió en el camino
rumbo al "cielo" con la señora
devota?
- ¿Cuál
fue la reacción de
Dios Padre al enterarse de
su actitud?
- Comentar
la frase final que dice el
Padre.
- Elegir
una frase del texto (releerlo
rápido para ubicarla)
que más le haya llegado/impactado
a cada uno y compartirla en
voz alta.
Descubriendo
el mensaje
El
cuento nos presenta un crudo
retrato de las personas que
no viven la misericordia y la
compasión que Dios quiere
para todos. Comienza con la
frase de las bienaventuranzas
que proclama "Felices a los
misericordiosos y señala
que "alcanzarán misericordia"
(por Dios). El relato es movilizante
e invita a la reflexión
sobre la propia vida. Puede
ser muy útil para iluminar
una corrección fraterna
y para ayudar a pensar en la
manera de convivir y comportarse
que Dios realmente quiere.
¿Qué
llama la atención de
la conducta de la señora
devota?
¿Has
vivido alguna vez una situación
semejante? ¿Conoces gente
o grupos cristianos que tengan
una conducta y manera de pensar
similar a la descripta para
la señora?
¿Cómo
es la actitud de Dios Padre?
¿Cómo reacciona
en un primer momento, al escuchar
la presentación de los
"santos conocidos de la señora"?
¿Cómo reacciona
luego, al conocer la actitud
de la señora en el viaje
rumbo al cielo?
¿Recuerdas
algún texto bíblico
relacionado con el mensaje del
cuento? Existen muchísimos
te sugerimos los dos siguientes:
-
Lázaro y el rico, Lc.
16, 19-31
-
El que no perdonó a su
compañero,
-
Las actitudes que a Dios le
agradan, Is. 58, 1-11
Misericordia
significa "corazón sensible
a las miserias" (al sufrimiento,
a la injusticia), compartir
qué aprendemos de Jesús,
de su práctica y enseñanzas,
con respecto a la misericordia.
¿Por qué proclama
"Felices los misericordiosos
"?
Comenta
la sentencia final de Dios Padre
y relaciona esta frase con los
textos bíblicos sugeridos.
¿Qué conducta de
vida realmente agrada a Dios?
¿Qué
aprendes del cuento para tu
vida? ¿Cómo puedes
aplicar el mensaje del cuento?
Compromiso para la vida
Sintetizar
en una frase el mensaje que
has descubierto en el cuento
para tu vida. Compartirlo con
los demás.
Para terminar: la oración
en común
Leer
entre todos la oración
y luego poner en común
las intenciones de cada uno.
Terminar
con una canción.
Felices
los misericordiosos
Felices
los misericordiosos
porque
alcanzarán
misericordia.
¡Misericordia
quiero,
y
no sacrificios!
Es
el grito de Dios
que
nos enseña
el profeta Isaías
Misericordia
y compasión
por
los pobres y marginados
es
lo que aprendemos
de Jesús,
el
Señor de la
Vida.
Misericordia
que
es pasión por
la vida del otro,
compromiso
por la justicia,
compasión
activa,
valentía
evangélica
para
trabajar por la paz,
esfuerzo
solidario
para
que todos tengan
lo
necesario para vivir
¡como
Dios quiere,
con
dignidad!!!
Misericordia
en
nuestras relaciones.
Tratar
al otro
como
el mismo Dios nos
trata:
con
amor y perdón,
porque
seremos juzgados
con
la misma vara
que
tratemos a los demás.
Señor,
cambia
nuestro corazón
de piedra,
por
un corazón
sensible a los demás,
por
un corazón
donde habite
tu
Espíritu de
vida nueva.
Danos
fuerzas para vivir
como
Tú quieres
y
convierte nuestra
religiosidad
en
pasión por
la vida de los otros.
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Que así sea
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